Sentado un instante con arena a mi alrededor y las olas cantando su armoniosa melodía, me encuentro recordandote.
Recuerdo aquellas eternas tardes de juegos y mariposas en el estómago en las que mi mundo brillaba en un tono distinto cada día que te veía llegar, aquel sonido inconfundible de tu puerta al abrirse que me hacia llegar de un salto al pie de la ventana con la esperanza de contemplarte y grabar en mi memoria esos segundos irrepetibles.
Recuerdo nuestras pláticas inundadas de fantasías futuras y sueños infinitos por cumplir, en los que siempre desbordaste cierta preferencia para que estos se cumplieran más en mí que en ti.
Recuerdo que las estrellas jamás se han podido volver a ver igual como cuando las contemplabamos, fundidos en un abrazo inocente, en el que ninguno le decía al otro lo que en realidad sentía.
Y con cada ola que viene y va, rememoro los instantes que el destino no logrará repetir igual, pues para entonces nuestras vidas eran un jardín de fantasía, simplemente dos pequeños jugando con fuego y grabando en sus corazones una historia sin final.
Tus lágrimas ya se han secado de los pañuelos que guardé como algo muy valioso, tus cartas ya perdieron el perfúme de tus manos y el brillo de tus labios, tus obsequios me miran con una falsa sonrisa, tu voz perdió esa dulzura que le imponía tu palpitar cuando nos encontrabamos y tus recuerdos me revuelcan en la misma arena en la que hoy decidí recordarte.... Tus manos son tomadas por otro, tus ojos brillan para alguien más, tu voz endulza otros oidos, tus sueños son en un mundo distinto, tus huellas trazadas en mi tortuoso sendero han sido borradas por el inclemente tiempo que hoy por hoy me ha llegado a empujar, obligandome a acelerar mi paso y llevarme de ti solamente aquella historia a la que nunca le escribimos un final.
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